jueves, 8 de abril de 2010

NAMASTE




Namaste
La palabra sánscrita “namaste” (namastei) significa yo reverencio lo divino en ti que en mí es.
Namaste es la chispa divina dentro de una persona reconociendo la chispa divina dentro de otra.
La vida que habita en mí reconoce y honra la vida que habita en ti.
Namaste es una profunda y especial expresión de respeto.
Reconoce la dualidad que siempre ha existido en el mundo y sugiere un esfuerzo de nuestra parte de unir estas dos fuerzas llegando finalmente a la más alta unidad y estado de no dualidad del ser con todo lo que existe; en otras palabras, reconoce la igualdad de todo y brinda honores a la sacralidad de todo.
La acción del namaste se despliega en tres niveles: el mental, el físico y el espiritual.
Yo honro el lugar en tu interior donde el espíritu vive. El espíritu que está en mí encuentra el mismo espíritu en ti.
Yo reconozco ese lugar en el que tú y yo somos uno.
Yo honro ese lugar en tu interior donde el amor es y recibo el espíritu libre que en ti es.
Yo saludo el lugar en tu interior donde la luz es fuente de vida.
Yo percibo el lugar en tu interior donde la luz es.
Yo reconozco el lugar en tu interior donde la paz es, el lugar dentro de cada uno de nosotros donde ella mora.
Yo reconozco que todos somos iguales y sé que cada uno es valioso a su propia manera y capaz de expandir mis horizontes.
Cuando tú estás en ese lugar en ti y yo estoy en ese lugar en mí, en ese instante somos uno y estamos capacitados de reconocer la bondad del otro.
Nosotros podemos percibir el hilo que nos conecta con el universo; todos somos uno con él, con todo lo que existe, y entramos en contacto con la fuente de esa interconexión.
Aceptando la unidad estamos siendo receptivos al conocimiento que nos llega en forma de ejemplos, avisos y enseñanzas.
La unidad puede despertar la sabiduría que abre nuestros ojos a nuevos mundos de posibilidades.
Cuando asumimos que cada persona que se cruza en nuestro camino es especial y única en su esencia nosotros podemos ofrecerles el mismo nivel de generosidad, bondad, cuidado, compasión y comprensión sin ningún pensamiento de egoísmo, propio interés o motivos ocultos de recibir algo a cambio.
La manera en que vivimos nuestra vida diariamente tiene un enorme impacto en todo lo que nos rodea. En vez de aferrarnos a lo que nos separa, el namaste nos permite sentir que no estamos solos en el mundo y nos hace comprender que tenemos que respetar a todos por que son nuestra familia.
Somos uno con el cosmos, con todo lo que existe, así tengamos consciencia o no de que así sea.
Asumiendo la unidad de todo ganamos consciencia de los más sutiles aspectos de nuestro ser dando como resultado una completa identificación con la energía que nos anima, con el ser de luz que somos.
Siendo todos uno, viviendo en unidad, en comunión, en una gran familia, todos los seres encuentran y obtienen felicidad y pueden liberarse del sufrimiento y la enfermedad.
Todos vemos en los otros nuestro reflejo, el mundo es nuestro reflejo. Si tenemos el corazón encendido por la brillante luz del amor y de la compasión viviremos rodeados de amor y sanación.
¡¡¡NAMASTE!!!

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