lunes, 31 de julio de 2017

¿Qué es el Amor?

Krishnamurti y el Amor…

Pretender sentirse a salvo en la relación inevitablemente engendra
sufrimiento y temor. Esta búsqueda de seguridad es una invitación a la
inseguridad. ¿Han hallado ustedes alguna vez seguridad en alguna de sus
relaciones? ¿Sí? La mayoría de nosotros deseamos la seguridad de amar y
de ser amados, pero ¿existe amor cuando cada uno de nosotros busca su
propia seguridad y sigue su propio camino particular? No somos amados
porque no sabemos cómo amar.

¿Qué es el amor? Esta palabra está tan recargada y viciada que apenas
me gusta usarla. Todo el mundo habla del amor: revistas, periódicos y
predicadores hablan del amor sin cesar. Amo a mi país, amo a mi rey, me
encanta ese libro, me gusta aquella montaña, amo el placer, amo a mi
esposa, amo a Dios. ¿Es el amor una idea? Si lo es, puede ser
cultivada, alimentada, acariciada, dirigida y retorcida como les
plazca. Cuando dicen que aman a Dios, ¿qué es lo que esto significa?
Significa que aman una proyección de su propia imaginación, una
proyección de sí mismos, revestida de ciertas formas de respetabilidad
de acuerdo con lo que piensan que es noble y sagrado. Cuando adoran a
Dios, se están adorando a sí mismos -y eso no es amor.
Al no poder aclarar esta cosa humana llamada amor, nos refugiamos en
abstracciones. El amor puede que sea la solución última y definitiva de
todas las dificultades del hombre, de todos sus problemas y afanes.
¿Cómo llegaremos pues a descubrir lo que es el amor? ¿Con una simple
definición? La iglesia lo ha definido de una manera, la sociedad de
otra, y existen toda clase de desviaciones y perversiones. Adorar a
alguien, acostarse con alguien, el intercambio emocional, el
compañerismo… ¿es eso lo que entendemos por amor? Esto ha norma, el
patrón; pero ha resultado tan tremendamente personal, tan sensual y
limitado que las religiones han declarado que el amor es mucho más que
eso. Ven que en lo que ellos llaman amor humano existe placer,
competitividad, celos, deseos de poseer, de retener, de controlar y de
interferir en el modo de pensar del otro. Y conociendo la complejidad
de todo esto dicen que tiene que haber otra clase de amor: divino,
bello, intacto, incorrupto.
En todo el mundo, los que la gente suele llamar hombres santos han
sostenido que mirar a una mujer es absolutamente malo; dicen que uno no
puede acercarse a Dios si se recrea en el sexo; por esta razón lo dejan
de lado, aun cuando el sexo les devora. Pero al negar la sexualidad se
sacan los ojos y se cortan la lengua, porque niegan toda la belleza de
la tierra. Han dejado morir su corazón y su mente; son seres humanos
resecos; han desterrado la belleza, porque la belleza va asociada con
la mujer.
¿Puede el amor dividirse en sagrado y profano, humano y divino, o
existe sólo amor? ¿Es el amor de uno sólo o no de muchos? Si digo: “Te
amo”, ¿excluye esto el amor hacia otros? ¿Es el amor personal o
impersonal? ¿Moral o inmoral? ¿Familiar o no-familiar? Si uno ama a la
humanidad, ¿puede amar lo particular? ¿Es el amor un sentimiento? ¿Es
una emoción? ¿Es el amor placer y deseo? Todas estas preguntas indican
-¿no es cierto?- que tenemos ideas sobre el amor, ideas acerca de lo
que el amor debería ser o lo que no debería ser. Dividir cualquier cosa
en lo que debería ser y lo que es, es el modo más engañoso de
habérselas con la vida.
Ahora bien, ¿cómo voy yo a descubrir lo que esta llama a la cual
llamamos amor? No de qué forma expresarla a otro, sino qué significa en
sí misma. Primeramente descartaré lo que la iglesia, la sociedad, mis
padres y amigos, lo que todas las personas y libros han dicho de ella,
puesto que quiero averiguar por mí mismo lo que ella es. He aquí un
problema enorme que involucra a toda la humanidad. Ha habido mil
maneras de definirla y yo mismo me hallo atrapado en un patrón o en
otro, según lo que me gusta y me place por el momento.
Entonces, para comprenderlo, ¿no debería en primer lugar liberarme yo
mismo de todas mis inclinaciones y prejuicios? Me siento confundido y
desgarrado por mis propios deseos, y por ello me digo a mí mismo:
“Aclara antes tu propia confusión. Tal vez seas capaz de descubrir lo
que es el amor, a través de lo que no lo es”.
Los gobiernos dicen: “Ve y mata por amor a tu patria” ¿Es eso amor? La
religión dice: “Renuncia al sexo por amor a Dios” ¿Es eso amor? ¿Es el
amor deseo? No digan que no. Para la mayoría de nosotros lo es: deseo
junto con el placer, placer derivado de los sentidos, del apego y de la
satisfacción sexual. No estoy en contra del sexo, pero vean lo que él
implica. Lo que el sexo les proporciona momentáneamente es el abandono
total de sí mismos, pero luego vuelven otra vez a su malestar. Y por
esto desean ustedes repetir una y otra vez ese estado en el cual no
existe preocupación alguna, ni problema ni el propio yo. Usted dice que
ama a su esposa.
En este amor está incluido el placer sexual, el placer de tener a
alguien en casa que se cuide de sus hijos, que cocine… Usted depende
de ella; ella le ha entregado su cuerpo, sus emociones, su aliento, un
cierto sentimiento de seguridad y bienestar. Luego ella se aparta de
usted; se aburre o se va con otro y todo el equilibrio emocional de
usted se destruye. Esta perturbación, que a usted no le gusta, se llama
celos. En ellos hay dolor, ansiedad, odio y violencia. De modo que lo
que ustedes están en verdad diciendo es: “En tanto tú me pertenezcas,
te amo; pero desde el momento en que no sea así, empiezo a odiarte.
Mientras pueda yo contar contigo para satisfacer mis exigencias
sexuales o de la clase que sean, te amo, pero en el momento en que
dejes de proporcionarme lo que quiero, no me gustas”. Así es que hay
antagonismos entre ustedes, hay separación; y cuando uno se siente
separado de otro, allí no hay amor. Pero si usted puede vivir con su
esposa sin que el pensamiento esté creando todos estos estados
contradictorios, estas disputas incesantes consigo mismo, tal vez
entonces -tal vez- conocerá lo que es amor. En ese momento usted es
completamente libre, y también ella; mientras que si usted depende de
ella para su placeres, es su esclavo. Es decir, cuando uno ama, tiene
que haber libertad, no sólo respecto de la otra persona, sino también
respecto de uno mismo.
En este pertenecer a otro, ser alimentado psicológicamente por otro y
depender de otro, en todo esto habrá siempre ansiedad, temor, celos y
sentimientos de culpabilidad; y mientras haya miedo no hay amor. Una
mente dominada por el sufrimiento jamás conocerá lo que es amor;
sentimentalismo y emotividad no tienen nada que ver con el amor. Del
mismo modo, el amor no tiene nada que ver con placer ni con el deseo.
El amor no es producto del pensamiento, el cual es el pasado. El
pensamiento no puede de ninguna manera cultivar el amor. El amor no
está encerrado ni atrapado en los celos, ya que los celos son del
pasado. El amor es siempre presente activo. No es: “te amaré”, ni “te
amé”. Quien conoce el amor no seguirá a nadie. El amor no obedece.
Cuando usted ama no hay respeto ni falta de respeto.
¿Saben ustedes lo que en realidad significa amar a alguien, amar sin
odio, sin celos, sin enfados, sin querer interferir en lo que él está
haciendo o pensando, sin condenar, sin comparar? ¿Saben lo que
significa? Donde hay amor ¿hay comparación? Cuando usted ama a alguien
con todo su corazón, con todo su cuerpo, con todo su ser, ¿hay
comparación? Cuando usted se abandona totalmente a ese amor lo otro no
existe.
¿Es el amor responsabilidad y deber? y ¿usará el amor estas palabras?
Cuando ustedes hacen algo por deber, ¿hay amor en ello? En el deber no
hay amor. La estructura del deber en la que el ser humano está atrapado
le está destruyendo. En tanto usted se vea obligado a hacer algo porque
es su deber, no ama lo que está haciendo. Cuando hay amor, no hay ni
deber ni responsabilidad.
La mayoría de los padres piensan, desgraciadamente, que son
responsables de sus hijos, y su sentido de responsabilidad adopta la
forma de decirles lo que deben hacer y lo que no deben hacer, lo que
deben llegar a ser y lo que no. Los padres quieren que sus hijos tengan
una posición asegurada en la sociedad. Lo que ellos llaman
responsabilidad forma parte de esa respetabilidad a la que adoran; y me
parece a mí que donde hay respetabilidad no hay orden; lo que les
interesa es solamente llegar a ser unos perfectos burgueses.
Al preparar a sus hijos para encajar en la sociedad están perpetuando
las guerras, los conflictos y la brutalidad. ¿A eso llaman ustedes
solicitud y amor? ; cuidar de verdad, tal como ustedes cuidarían de un
árbol o de una planta, regándola, estudiando sus necesidades, el
terreno más adecuado, atendiéndola con delicadeza y ternura. Pero
cuando preparan a sus hijos para encajar en la sociedad, los están
preparando para que los maten. Si amaran a sus hijos no tendrían guerra
alguna.
Cuando usted pierde a alguien que ama, derrama lágrimas. ¿Son sus
lágrimas por usted mismo o por el que ha muerto? ¿Está usted llorando
por usted mismo o por el otro? ¿Ha llorado jamás por otro? ¿Ha llorado
alguna vez por su hijo muerto en el campo de batalla? Sí, usted habrá
llorado, pero, ¿le brotan las lágrimas por autocompasión o ha llorado
porque se ha matado a un ser humano? Si llora por autocompasión, sus
lágrimas no tienen sentido: está interesado en sí mismo. Si llora
porque ha sido privado de alguien en quien había invertido mucho
afecto, aquello no era verdadero afecto. Si llora por la muerte de su
hermano, llore por él. Es muy fácil llorar por uno mismo porque él se
ha ido. Claro que llora porque su corazón está afectado, pero no por
él; está afectado sólo por autocompasión; y la autocompasión le vuelve
duro, le encierra en sí mismo, le hace torpe y estúpido.
Cuando usted llora por sí mismo, ¿es eso amor? Llorar porque se siente
solo, porque lo han abandonado, porque ha dejado de ser poderoso;
quejarse de su suerte, de su entorno. Siempre usted llorando. Si
comprende esto, que significa ponerse en contacto directo con ello, de
la misma manera que tocaría un árbol, una columna o una mano, entonces
verá que el sufrimiento es autocreado; el sufrimiento es creado por el
pensamiento y el pensamiento es el resultado del tiempo.
Hace tres años tenía un hermano; ahora está muerto; me siento solo,
dolorido; no tengo a nadie en quien buscar consuelo ni compañía; y eso
me llena los ojos de lágrimas.
Pueden ver esto ocurriendo dentro de ustedes mismos, si se fijan bien
en ello. Pueden verlo entera y completamente, con una sola mirada; no
pasen tiempo analizándolo. Pueden ver en un instante toda la estructura
y la naturaleza de esa cosa pequeña llamado “yo”: Mis lágrimas, mi
familia, mi patria, mi creencia, mi religión. Toda esa fealdad está
dentro de ustedes. Cuando la ven con su corazón, no con su mente,
cuando la ven desde el fondo mismo de su corazón, entonces tienen la
llave que pondrá fin al sufrimiento.
El sufrimiento y el amor no pueden andar juntos. Pero en el mundo
cristiano se ha idealizado el sufrir; se le ha puesto en una cruz y se
ha adorado, dando a entender que uno jamás puede escapar del
sufrimiento a no ser a través de aquella puerta particular. Y esta es
toda la estructura de una sociedad religiosa explotadora.
Cuando usted pregunta qué es el amor, puede que se sienta demasiado
temeroso para ver la respuesta. Puede significar una completa sacudida:
que se disgregue la familia, que usted descubra que no ama a su esposa,
a su marido o a sus hijos -¿no?- que tenga que destruir la casa que ha
construido; puede que nunca regrese al templo.
Pero si todavía lo quiere averiguar, verá que el miedo no es amor, que
la dependencia, los celos, la posesividad y la dominación no son amor,
ni lo son la responsabilidad y el deber; la autocompasión no es amor,
ni tampoco la agonía de no ser amado. El amor no es lo opuesto al odio,
de la misma manera que la humildad no es lo opuesto de la vanidad. Así
pues, si usted puede eliminar todo eso, no forzándolo, sino lavándolo
igual que la lluvia limpia el polvo que se ha posado a lo largo de
muchos días sobre las hojas; usted quizás dará con esa extraña flor por
la que el hombre siempre suspira.
Si ustedes no tienen amor -no a cuentagotas, sino en abundancia- si no
están llenos de él, el mundo va a un desastre. Ustedes saben
intelectualmente que la unión de la humanidad es esencial, y que el
amor es el único camino.
Pero, ¿Quién les enseñará a amar? ¿Alguna autoridad, algún método o
sistema les dirá cómo amar? Si alguien se lo cuenta, ello no es amor.
¿Pueden ustedes decir: “Voy a practicar el amor. Me sentaré día tras
día y pensaré en él. Voy a practicar lo de ser amable y gentil, y me
esforzaré por prestar atención a los demás”? ¿Quieren decir que pueden
disciplinarse y ejercitar la voluntad para amar? Cuando ejercitan la
disciplina y la voluntad, el amor se va por la ventana. Al practicar
algún método o sistema para amar, usted puede volverse
extraordinariamente listo o más amable, o puede entrar en un estado de
no-violencia, pero eso no tienen en absoluto nada que ver con el amor.
En este mundo desértico y desgarrado no hay amor porque el placer y el
deseo juegan el papel más importante. No obstante, sin amor su vida
cotidiana carece de sentido. Y no pueden tener amor si no hay belleza.
La belleza no es algo que se ve: un árbol hermoso, un cuadro bonito, un
bello edificio o una bella mujer. Tan sólo hay belleza cuando su
corazón y su mente conocen lo que es el amor. Sin amor y ese
sentimiento de belleza no hay virtud.
Ustedes lo saben muy bien. Hagan lo que hagan -mejorar la sociedad,
alimentar al pobre- ustedes sólo crearán más daño, ya que sin amor sólo
hay fealdad y pobreza en su corazón y en su mente. Pero cuando hay amor
y belleza, lo que quiera que hagan será correcto, y estará en orden. Si
saben cómo amar, pueden hacer lo que quieran, porque él va a solucionar
todos los demás problemas.
Así llegamos a la siguiente cuestión: ¿puede la mente llegar al amor
sin disciplina, sin pensamiento ni imposiciones, sin libro alguno,
maestro ni líder, dar con él del mismo modo que uno da con una hermosa
puesta de sol?
Me parece que una cosa es absolutamente necesaria: la pasión sin
motivo. Pasión que no es resultado de ningún compromiso ni apego;
pasión que no es lujuria. Un hombre que desconoce lo que es pasión,
jamás conocerá el amor, porque el amor adviene solamente cuando hay
abandono total de uno mismo.
Una mente que está buscando no es una mente apasionada. Y llegar al
amor sin buscarlo, es la única forma de hallarlo. Llegar a él, sin
saberlo, y no como resultado del esfuerzo o la experiencia. Un amor
así, descubrirán que no es del tiempo. Un amor de esta clase no es
personal ni impersonal; es tanto singular como plural. Es igual que la
flor cuyo perfume puede usted aspirar o no, y pasar de largo. Esa flor
es para todos y para quienes se toman la molestia de olerla
profundamente y contemplarla con deleite. Tanto si uno se halla cerca,
en el jardín, como si está muy lejos, es lo mismo para la flor; porque
está llena de ese perfume, y por lo tanto lo comparte con todos.
El amor es algo nuevo, fresco, vivo. No tiene ayer ni tiene mañana. Se
encuentra más allá del torbellino del pensamiento. Es tan sólo la mente
inocente la que conoce lo que es amor; y la mente inocente puede vivir
en el mundo, que no es inocente. Hallar esta cosa extraordinaria que el
hombre ha buscado sin cesar mediante el sacrificio, la devoción, por
medio de la relación, a través del sexo y de cualquier clase de placer
y dolor; es posible tan sólo cuando el pensamiento llega a comprenderse
a sí mismo, y con toda naturalidad llega a su fin. El amor, entonces,
no tiene opuesto; el amor no tiene conflicto.
Puede que usted pregunte: “Si encuentro ese amor, ¿Qué le ocurrirá a mi
esposa, a mis hijos, a mi familia? Ellos necesitan tener seguridad”.
Cuando ustedes se formulan una pregunta como ésta, es que nunca han
salido del campo del pensamiento ni de la conciencia. Una vez salgan de
este campo, jamás van a hacer una pregunta de esta naturaleza, porque
conocerán lo que es el amor, en el cual no hay pensamiento, y por
consiguiente tampoco hay tiempo. Puede que lean esto como hipnotizados
y encantados, pero ir más allá del pensamiento y del tiempo -que
significa ir más allá del sufrimiento- representa ser consciente de que
existe una dimensión diferente, llamada amor.
No obstante, ustedes no saben cómo llegar a ese extraordinario
manantial; ¿Qué es lo que hacen? Si no saben qué hacer, no hacen nada
¿verdad? Nada en absoluto. En ese momento, internamente están en
completo silencio. ¿Comprenden lo que eso significa? Significa que no
buscan, que no desean ni persiguen nada. No existe ningún centro.
Entonces hay amor.
Texto tomado del Boletín extra de abril de 1992 titulado “Krishnamurti en Brockwood Park – Inglaterra” Gracias Gaby Steimer por compartirlo.

Foto: Aliosha Valle, ESPIRITU CARNAL.OLEO SOBRE TELA. 150 POR 150 CM AÑO 1998
 
Gracias Tamara: http://unhiloinvisible.com/2010/03/19/krishnamurti-y-el-amor/?utm_source=ReviveOldPost&utm_medium=social&utm_campaign=ReviveOldPost
 
Con amor, namaste, Daniel.

miércoles, 5 de julio de 2017

Amor o Apego




El problema es que confundimos la idea de amor por la idea del apego. Creemos que si nos aferramos al otro en nuestras relaciones demostramos que amamos. Pero en realidad es sólo apego y eso causa dolor. Porque mientras más nos aferramos, más miedo a perder sentimos, y si perdemos por supuesto que vamos a sufrir. El amor genuino es dar. El apego dice: “Te amo, quiero que me hagas feliz.” El amor genuino dice: “Te amo y quiero que tú seas feliz.” “Si eso me incluye a mí, perfecto y si no me incluye, igualmente, sólo quiero tu felicidad.” Es un sentimiento muy diferente. El apego es como agarrar algo con mucha fuerza, pero el amor genuino es acoger con suavidad, mimando, permitiendo que las cosas fluyan, sin agarrar con fuerza. Mientras más nos aferramos a otros, más sufriremos. Es muy difícil para las personas entender esto, porque piensan que cuanto más se aferran a alguien, más demuestran que los quieren, pero no es así, es sólo que intentan aferrarse a algo porque temen que si no lo hacen, ellos mismos terminarán heridos. Todo tipo de relación que imagine que podemos llegar a sentirnos completos a través del otro, está destinada a ser muy complicada y conflictiva. Idealmente las personas deberían estar juntas sintiéndose previamente satisfechos consigo mismas. Y por lo tanto, apreciando eso en la otra persona en vez de esperar que el otro les dé ese sentimiento de bienestar que no sienten por si solos. Eso causa muchos problemas. Eso además de la proyección que implica el romance, donde proyectamos todas nuestras ideas de ideales, deseos y fantasías románticas en la otra persona, y que el otro no puede posiblemente satisfacer una vez que llegas a conocerlos y te das cuenta que no es el príncipe azul o la cenicienta sino que es una persona común y corriente que tiene sus problemas. Hasta que no veas realmente a la persona, hasta que te agrade tanto como te atrae y sientas bondad amorosa y compasión por ella, hasta entonces será una relación muy difícil y complicada de llevar. El verdadero amor genuino es incondicional.
 
Con amor,...in lak’ech – hala ken,...ubuntu,...namaste!!!...Daniel.