martes, 19 de julio de 2011

Relaciones


Quien más, quien menos, todos tenemos relaciones y normalmente las relaciones de pareja están basadas en la posesión del otro y en el egoísmo, sin tener en cuenta que el otro es una parte de nuestra propia esencia manifestándose buscando sus propias experiencias libremente sin tener nosotros que determinar que debe hacer, pensar o sentir.
Nadie es dueño de nada ni de nadie, sencillamente somos, todos juntos. Somos la vida buscando la forma de crecer espiritualmente por medio del amor.
El siguiente texto esta extraído del libro “El Poder Del Ahora” de Eckhart Tolle, excepto el texto entre paréntesis y el subrayado que ha sido agregado por mí.
Espero que nos sirva para hacer de nuestras relaciones algo más humano, libre de egoísmos, posesiones, celos, rencores.
Si realmente creemos que somos uno, tenemos que considerar al otro una parte de nosotros mismos.
Esperando que todos los seres tengan el día que deseen tener, con amor, namaste, Daniel.


“DE LAS RELACIONES ADICTIVAS A LAS RELACIONES ILUMINADAS
¿Podemos convertir una relación adictiva (psicodependiente) en una relación iluminada (libre de ataduras)?
Sí. Estando presente e intensificando progresivamente la presencia al prestar atención más profundamente al Ahora. Tanto si vives solo o con una pareja, esa sigue siendo la clave. Para que el amor florezca, la luz de tu presencia debe ser lo suficientemente fuerte como para que no vuelvas a ser dominado por el pensador o el cuerpo-dolor y los confundas con quien eres. Reconocerse como el Ser que hay bajo el pensador, la quietud que hay bajo el ruido mental, el amor y la alegría que hay bajo el dolor, es libertad, salvación, iluminación.
Dejar de identificarte con el cuerpo-dolor es traer la presencia al dolor y así transmutarlo. Dejar de identificarte con el pensamiento es convertirte en el observador silencioso de tus pensamientos y tu conducta, especialmente de los patrones repetitivos de tu mente y de los roles representados por el ego.
Si dejas de darle "identidad" con el yo, la mente pierde su cualidad compulsiva, formada básicamente por la constante tendencia a juzgar y a resistirse a lo que es, creando así conflicto, drama y más dolor. De hecho, en el momento en el que dejas de juzgar y aceptas lo que es, te liberas de la mente. Has creado espacio para el amor, para la alegría, para la paz. Primero dejas de juzgarte a ti mismo; después dejas de juzgar a tu pareja. El mayor catalizador para el cambio en las relaciones es la aceptación total de tu pareja tal como es, sin necesidad de juzgar o de intentar cambiarla de ninguna manera. Eso te lleva inmediatamente más allá del ego. A partir de entonces todos los juegos mentales y todo apego adictivo se acaban. No hay más víctimas ni verdugos, ni acusadores y acusados. Este es también el final de toda dependencia mutua, ya no te dejas arrastrar por el patrón inconsciente del otro, favoreciendo de ese modo la continuidad.
Entonces, o bien se separarán -con amor- o entrarán juntos más profundamente en el Ahora, en el Ser. ¿Puede ser tan simple? Sí, es así de simple.
El amor es un estado del Ser. Tu amor no está afuera: está profundamente dentro de ti. Nunca puedes perderlo y él no puede dejarte. No depende de otro cuerpo, de otra forma externa. En la quietud de tu presencia puedes sentir tu propia realidad sin forma y sin tiempo como la vida no manifestada que anima tu forma física. Puedes entonces sentir la misma vida en lo profundo de todos los demás seres humanos y de todas las demás criaturas. Miras más allá del velo de la forma y la separación. Esto es alcanzar la realización de la unidad. Ese es el amor.
¿Qué es El Ser? La Vida Una eterna bajo todas las formas de la vida. ¿Qué es el amor? Sentir la presencia de esta Vida Una en lo profundo de ti mismo y de todas las criaturas. Ser eso. Por lo tanto, todo amor es el amor de El Ser.
El amor no es selectivo, lo mismo que la luz del sol no es selectiva. No convierte a una persona en especial. No es exclusivo. La exclusividad no es el amor de El Ser sino el "amor" del ego. Sin embargo, la intensidad con la cual el verdadero amor se siente puede variar. Puede haber una persona que refleja su amor más clara e intensamente que las demás y si esa persona siente lo mismo hacia ti, se puede decir que tú estás en una relación amorosa con ella o él. El lazo que te conecta con esa persona es el mismo que te conecta con la persona que se sienta a tu lado en el autobús, o con un pájaro, un árbol, una flor. Sólo que el grado de intensidad con el cual se siente es diferente.
Incluso en una relación que es adictiva en otros sentidos, puede haber momentos en los que algo más real brilla, algo más allá de las necesidades adictivas mutuas. Esos son momentos en los que tu mente y la de tu pareja brevemente se calman y el cuerpo del dolor está temporalmente en un estado latente. Esto puede ocurrir a veces durante la intimidad física. O cuando los dos están presenciando el milagro del nacimiento de un niño, o en presencia de la muerte, o cuando uno de los dos está gravemente enfermo, cualquier cosa que vuelva la mente carente de poder. Cuando esto ocurre, tu Ser, que está habitualmente enterrado bajo la mente, se revela y es eso lo que hace posible la verdadera comunicación.
La comunicación es comunión, la realización de la unidad, que es amor."

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